Crazy little thing called power
Parafraseo y me tomo la libertad de cambiar el título de la canción de Queen, para tratar de poner una explicación sobre que cosa es aquello llamado “Poder”, para querer explicar que les pasa a quienes se ven seducidos por su canto de sirena, por su presencia indómita y dominante en su cerebro y el comportamiento de quienes se ven arrodillados frente a él.
Hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI, son muchos los ejemplos de quienes han hecho hasta lo indecible por mantenerse en el poder y por seguir disfrutando de sus beneficios... desde la Cuba de Fidel, hasta el sandinismo de Ortega en Nicaragua, pasando por el integracionismo (¿?) de Chávez en Venezuela, el imperialismo de Bush, el “yo no fui” de Blair en Inglaterra, el fanatismo de Afganistán, y el cinismo de Fujimori y el egocentrismo de García en Perú, los ejemplos son claros y comunes.
En estos días se viene una elección municipal en Perú, en Lima la ciudad está teñida de paneles, pintas, afiches y caravanas multicolores que pregonan las virtudes de los candidatos y los defectos horribles de los contrincantes, sin embargo todos compiten por buscar una parcela, un espacio, un pedazo, una pizca, un cúmulo del famoso poder.
Todos se transforman, aparecen en sus afiches, bañaditos, afeitados, bien peinados, con rostros tersos y libres de acné (gracias a la magia del Photoshop), con una sonrisa casi celestial, llena de gracia, benditos son entre hombres y mujeres... sin embargo, todo cambia, cuando se enfrentan entre ellos para intentar capturar al pobre elector.
“Reelección es corrupción”, gritan unos, “mis obras hablan por mí”, mascullan otros, “drogadicto, bígamo, lumpenesco, marihuanero, pegalón, abusivo, corrupto, ladrón” expresan otros, de manera casi bandolera, se enfrentan sin compasión, con la única consigna de llegar al poder.
Poder que una vez obtenido los envilece y los vuelve tontos, porque dejan de lado todo aquel espíritu de querer al prójimo, de preocuparse por la sociedad, por los niños, las mujeres, los abuelos. Se dedican a hacer realidad los proyectos más extraños, se vuelven tiranos y son capaces de tirarse abajo todo un sistema con tal de volverse eternos en sus cargos.
Y ni que decir del dirigente sindical, del presidente de la asociación de padres de familia en los colegios, el dirigente vecinal, el jefe del partido, el gerente del club de fútbol, el presidente del congreso, el presidente regional, el brigadier del aula, el sargento, el coronel, el capitán, el mayor, el general, el almirante, el árbitro de fútbol, el entrenador de vóley, el capitán del equipo, el líder de la pandilla, el que dirige a la banda más peligrosa, el productor musical, el jefe de prensa... y la lista sigue.
Señor, señora, inténtelo, asuma un cargo, el que sea... y vea como poco a poco, si no se cuida, su alma será carcomida por aquella cosita loca llamada PODER... después no diga que no se lo advertí.
Hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI, son muchos los ejemplos de quienes han hecho hasta lo indecible por mantenerse en el poder y por seguir disfrutando de sus beneficios... desde la Cuba de Fidel, hasta el sandinismo de Ortega en Nicaragua, pasando por el integracionismo (¿?) de Chávez en Venezuela, el imperialismo de Bush, el “yo no fui” de Blair en Inglaterra, el fanatismo de Afganistán, y el cinismo de Fujimori y el egocentrismo de García en Perú, los ejemplos son claros y comunes.
En estos días se viene una elección municipal en Perú, en Lima la ciudad está teñida de paneles, pintas, afiches y caravanas multicolores que pregonan las virtudes de los candidatos y los defectos horribles de los contrincantes, sin embargo todos compiten por buscar una parcela, un espacio, un pedazo, una pizca, un cúmulo del famoso poder.
Todos se transforman, aparecen en sus afiches, bañaditos, afeitados, bien peinados, con rostros tersos y libres de acné (gracias a la magia del Photoshop), con una sonrisa casi celestial, llena de gracia, benditos son entre hombres y mujeres... sin embargo, todo cambia, cuando se enfrentan entre ellos para intentar capturar al pobre elector.
“Reelección es corrupción”, gritan unos, “mis obras hablan por mí”, mascullan otros, “drogadicto, bígamo, lumpenesco, marihuanero, pegalón, abusivo, corrupto, ladrón” expresan otros, de manera casi bandolera, se enfrentan sin compasión, con la única consigna de llegar al poder.
Poder que una vez obtenido los envilece y los vuelve tontos, porque dejan de lado todo aquel espíritu de querer al prójimo, de preocuparse por la sociedad, por los niños, las mujeres, los abuelos. Se dedican a hacer realidad los proyectos más extraños, se vuelven tiranos y son capaces de tirarse abajo todo un sistema con tal de volverse eternos en sus cargos.
Y ni que decir del dirigente sindical, del presidente de la asociación de padres de familia en los colegios, el dirigente vecinal, el jefe del partido, el gerente del club de fútbol, el presidente del congreso, el presidente regional, el brigadier del aula, el sargento, el coronel, el capitán, el mayor, el general, el almirante, el árbitro de fútbol, el entrenador de vóley, el capitán del equipo, el líder de la pandilla, el que dirige a la banda más peligrosa, el productor musical, el jefe de prensa... y la lista sigue.
Señor, señora, inténtelo, asuma un cargo, el que sea... y vea como poco a poco, si no se cuida, su alma será carcomida por aquella cosita loca llamada PODER... después no diga que no se lo advertí.
Etiquetas: elecciones, opinión, poder